La paz.

Ese estado tan agradable en el que no hay riñas, peloteras ni trifulcas. Sí, se trata de paz; de respeto, de armonía, de concordia, de conciliación, de amistad, de amor.

¡Qué calma sentimos en nuestro interior cuando disfrutamos de esa paz! A veces uno logra encontrarse con un hombre, con una mujer de paz. Personas que, aun cuando te sermonean, están dispuestas a la paciencia y a la tolerancia, al afecto y a la fe.

Jesús habló de estas personas: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.”

Dale al play.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Name *